El poder desde la perspectiva de foucault y las relaciones de género

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El poder desde la perspectiva de foucault y las relaciones de género

José Sebastián Cornejo Aguiar, abogado por la Universidad Internacional Sek (Quito, Ecuador). Especialista en Derecho Penal por la Universidad Andina Simón Bolívar (Quito, Ecuador). Evaluador de la Revista Colombiana de fundamentación jurídica DIKAION, publicada por la Facultad de Derecho de la Universidad de la Sabana. Conferencista sobre temas de criminología, Derecho Penal, Derecho Procesal y Derecho Constitucional.

Este tema debe ser analizado, a la par del concepto del poder del pensamiento de Foucault, interpretado en base al rol; en base a las relaciones de producción, en donde se puede apreciar claramente una dominación de clases, en base al desarrollo de las fuerzas productivas, definiendo de esta manera al poder como aquel que reprime.



"El axioma del poder, se basa a través de mecanismos de represión e ideología, que se plasman, en estructuras jurídicas, llamémoslos Códigos, leyes, decretos, ordenanzas"



Es decir, el axioma del poder, se basa a través de mecanismos de represión e ideología, que se plasman, en estructuras jurídicas, llamémoslos Códigos, leyes, decretos, ordenanzas, etc.



En donde existen prohibiciones, que aparentemente serán beneficiosas para el pleno desarrollo, de la vida en sociedad, evitando que se den excesos en el libre desarrollo de los derechos, que incluso pueden transgredir los derechos de los demás.

Para lo cual, los mecanismos de protección contra la mujer, se han ido configurando como reglas dentro del ordenamiento jurídico y social, generando de esta manera respuesta a patrones socioculturales.

Debido, a que la aplicación de los derechos humanos, se concibe desde sus inicios en clave masculina, es decir el hombre como centro del pensamiento humano, del desarrollo histórico y parámetro de la humanidad.

Mientras, que los derechos de las mujeres fueron pensados como un particular del universal masculino y bajo una concepción de las mujeres como minoría, concepto sumamente arraigado, de que esta minoría, se devenía de las relaciones de fuerza o de poder, que han sido ampliamente desarrollados desde los clásicos de la Sociología, como Marx y Weber, hasta autores como Poulantzas y Gramsci, con acento en lo económico, en la lucha de clases, político, e ideológico.

En efecto las relaciones de poder, son objeto de estudio de la perspectiva de género, cometiendo un nuevo acto de violencia contra las mujeres, en este caso por omisión, al eliminar o invisibilizar las relaciones de poder que se dan en otros espacios, por ejemplo en la vida privada, como menciona Foucault con su “Microfísica del Poder”.

Para lo cual estas relaciones de poder, se desarrollan en torno a una sociedad patriarcal capitalista, ya que nace de criterios de dominación y subordinación entre los géneros, basándose en aspectos como el fuerte y el débil. Conceptos, que Eisenstein, ya hacía alusión en el texto cuando se refería “Hacia el desarrollo de una teoría del patriarcado capitalista y el feminismo socialista” , determinando de esta manera las relaciones de poder que se desarrollan, en torno a estos conceptos, en donde la perspectiva de Foucault, parte de aspectos centrales con respecto al poder como son:

1. La Arqueología.- Entendida como la búsqueda del discurso del poder, en donde se preocupa más por la descripción que por la explicación sobre los regímenes de saber en determinados dominios de la historia, ya que nos dice, que para analizar las relaciones de poder es necesario conocer los “saberes” que se han construido como hegemónicos en un momento histórico determinado la necesidad de una historia crítica, que cuestione lo dado, lo establecido, rechazando los fundamentos universales y sustituyéndolos por una red de aspectos históricos concretos.

En donde dentro del contexto del feminismo, se puede manifestar, que la práctica de la violencia hacia las mujeres, surge de los mismos esposos, quienes, las maltrataban de variadas maneras, muchas veces de forma cruel. Tanto así, que a partir de las quejas de las esposas o pedidos de divorcio ante los jueces eclesiásticos durante el siglo XVIII por la causal “sevicia”, y de las demandas entabladas por delitos como golpes y flagelaciones ante jueces civiles en el siglo XIX e inicios del XX, las historiadoras exploran las causas o los pilares sobre los que se sustentaban dichas prácticas.

Determinando una clara aplicación de relación de poder, explicada de la arqueología, en donde los hombres, arraigados en un pensamiento patriarcal y machista denotaban ese poder mediante la violencia, en contra de la mujer. Si bien la situación de las mujeres en el Ecuador se ha modificado de forma sustancial en muchos aspectos, en tanto sus derechos individuales han sido reconocidos, en diferentes instrumentos internacionales, así como leyes internas, es necesario puntualizar, que cada vez más mujeres han accedido a la educación formal, al trabajo remunerado y a espacios públicos antes vedados para ellas.

Dejando en claro, que si seguimos la línea de la obra “Mujeres y Arqueología”, en homenaje al profesor Manuel Carrilero Millán, cuando, se hace referencia, a que la teoría arqueológica y feminismo nos sirve para descubrir una especie de desdoblamiento que diferenciaba los sectores posmodernos, neoliberales e histórico-culturales, en donde el nuevo tipo “arqueología simétrica” o “arqueofilósofos/as” de nueva generación, suponen un panorama altamente frustrante, de ahí que se atreve a plantear que la Arqueología Prehistórica en general, y algunas aproximaciones feministas en Arqueología en particular, denotando ciertos puntos fundamentales como son:

a) El problema de condiciones materiales, más amplio y no reducible al ámbito de lo que se suele entender por “cultura”, se circunscribe en que las circunstancias no deben ser generalizables a todas las mujeres como colectivo, es decir, muchas mujeres en razón de su procedencia; ser pobres; trabajadoras con empleos precarios; estar impedidas físicamente; encontrarse sumamente alienadas; ser migrantes, no deberían quedar automáticamente relegadas a los márgenes de esos supuestos.

b) Estas diferencias entre mujeres hacen, no solo que las reivindicaciones que pueden plantear sean distintas e incluso dispares, como ya han puesto de manifiesto los denominados feminismos periféricos, de la tercera ola o post-coloniales, sino que las políticas a desarrollar tengan que reconocer definitivamente que existen otros feminismos más allá de los feminismos hegemónicos y por ende de tipo institucional.

Dejando como resultado clave, que dentro del contexto social, aún se encuentra marcada una tendencia machista, que denota un rango de inferioridad hacia la mujer, sin embargo en mucho menor manera, debido a como ya me he referido, la misma con el pasar del tiempo se ha ido abriendo campo en diferentes áreas denotando que puede efectuar cualquier actuación al igual que un hombre por lo que este pensamiento del machismo debería ir desapareciendo.

2.- La Genealogía.- Cuya, propuesta sobre cómo estudiar la historia toma forma, en la medida en que fundamenta aspectos desarrollados en la “arqueología del saber”, que en sí busca la procedencia de los hechos sociales o las constituciones sociales.

Nos denota según María J Binetti, en su artículo “La maternidad patriarcal: sobre la genealogía de la suprema alienación”, que la maternidad patriarcal comenzó con el patriarcado mismo y continuó hasta la fecha durante unos 5000 años, en donde la maternidad del patriarcado ha sufrido las diferentes formaciones sociopolíticas de la historia patriarcal. Sin embargo, cualquiera sea la forma o el momento, su fundamento es siempre el mismo ya que la apropiación de la capacidad procreadora de las mujeres, es expresada en la apropiación de sus hijos y resuelta en la dominación de todo el orden reproductivo y productivo., debido a que en materia de moral sexual, las religiones patriarcales son consecuentes con la represión del impulso sexual, que las religiones matriciales celebraban como culto divino, orgiástico y extático, fijando así a la paternidad como únicamente legitimada por la institución matrimonial, debido a que la maternidad patriarcal coincide con la negación del sujeto autoconsciente y deseante que es la mujer.

Mientras que por su parte Ana de Miguel Álvarez, en su artículo denominado “El legado de Simone de Beauvoir en la genealogía feminista: la fuerza de los proyectos frente a “La fuerza de las cosas”, se refería a que es importante no infravalorar el esfuerzo que ha supuesto llegar a hacer a las mujeres objeto del conocimiento.

Si no más bien analizar la continua fractura del pensamiento feminista, que hasta hace muy poco parecía haber comenzado en los años sesenta, en donde era invisible el androcentrismo de la cultura patriarcal que no consigue verlo hasta entonces, ya que si hubiera que sintetizar el núcleo de la filosofía feminista Beauvoiriana, diríamos que ésta reposa en el desvelamiento del “androcentrismo” y la plusvalía ontológica que reporta a los varones, al afirmar no sus talentos ni sus triunfos sino “la condición elemental de su persona”, como la clave de la reproducción simbólica del enrevesado y despiadado sistema de dominación patriarcal, en donde sin lugar a dudas el androcentrismo consiste en identificar todo lo masculino con lo genéricamente humano.

A lo cual toda esta parte conceptual, bien podría entenderse a la par de la Leyenda de los cuatro elementos, la misma que hace referencia a q ue antes del principio, la Diosa de la Vida decidió expandirse más allá de sí misma para hacerse más sabia y más bella. Fue entonces cuando emprendió la tarea de crear todo lo conocido y todo lo que aún no conocemos. Y así fue que estiró su mano hacia el SUR, que es la dirección que marca el crecimiento y la fructificación, y de allí tomó AGUA y dijo: “éste es el elemento del que surge la vida, que lava y refresca, que hace crecer y da vitalidad. Es el elemento que contiene las formas bellas, las emociones y los sentimientos […]”, y asoció el Agua con lo femenino.

Luego estiró su mano hacia el NORTE, dirección de la renovación, del conocimiento y la sabiduría, tomó AIRE y dijo: “este es el elemento del aliento, de la palabra y de la música, de la luz, el color y el perfume. Es el elemento que contiene los pensamientos, las ideas y la creatividad. En él está la fuerza de la razón […]”, y asoció el Aire con lo masculino. Más tarde tendió su mano hacia el ESTE, dirección de lo nuevo, de los comienzos, del nacimiento, y de allí tomo FUEGO y dijo: “éste es el elemento de la iluminación y el esclarecimiento, de la purificación y de la fuerza de la vida y de la salud. Él es el que contiene el poder de la fuerza espiritual, es la energía, la pasión y la acción […]”, y vio que el Fuego también era masculino.

Por último, la Diosa llevó su mano hacia el OESTE, que es la dirección de la madurez, de la cosecha y de las recompensas, y de allí tomó TIERRA y dijo: “éste es el elemento de lo interior, de lo misterioso y lo secreto, de lo que muere para nacer. En ella las formas se han hecho materia, y contiene en sí la belleza del cambio y de lo dinámico como parte de la vida […]”, y vio que esto también era femenino.

Luego, con los cuatro elementos en las manos, comenzó a combinarlos creando así todo lo que existe, en orden de importancia. Primero las formas más simples y creciendo así hacia lo más complejo. Y una vez concluida la creación, la puso en movimiento y comenzó a evolucionar, a crecer […] renovándose a sí misma, puesto que ella también es la creación. Fue entonces que decidió hacer una especie consciente de sí misma y con la capacidad de colaborar en la gran obra creativa del universo. Se trataba de los seres humanos, mujeres y hombres.

Así probó hacerlo con dos de los elementos, tierra y agua, amasando el barro con el que les diera forma. Estos primeros seres eran torpes, sin vitalidad, inertes.

Por ello es que decidió incorporar un tercer elemento que les diera el espíritu de la vida, el fuego. Pero estos seres también estaban incompletos, no podían crecer ni reconocer en ellos a la creadora. No comprendían para qué habían sido creados, carecían de alma. Así es que incorporó un cuarto elemento a la creación, el aire.

La creación más sentida hasta ese momento había sido el maíz, el alimento de las diosas y los dioses. Y amó al ser humano como al maíz, y al soplarle encima, se esparció por la tierra, como granos de maíz volando al viento.

Repartió sus semillas por las cuatro direcciones de la tierra: los granos blancos cayeron en las regiones frías del norte, dando lugar a los pueblos de piel blanca; los granos de mazorca oscura volaron hacia el sur, haciendo brotar a los pueblos de piel negra; los que volaron hacia el sol naciente, hacia el este, fueron los granos más soleados; de los más amarillos nacieron entonces los pueblos orientales; mientras que los maduros granos rojos fueron hacia el oeste, hacia américa, donde nacieron todas las naciones indígenas.

La diosa de la vida habla en lo dinámico, en el cambio, así las cuatro grandes naciones-madre con sus modos diversos de relacionarse con la tierra, cada cual con su propia cultura, comenzaron a caminar sobre la tierra, a encontrarse, y a mezclarse, a crear nuevos colores con los que pintar el mundo.

De las cuatro direcciones de donde la diosa de la vida extrajo los elementos primordiales, de la unión de los cuatro puntos cardinales surgió la más sublime y hermosa de las combinaciones: el espíritu humano, fue así que la Diosa de la Vida dijo: ”Que cada ser humano busque dentro suyo los elementos con los que fue creado, que sepa qué tiene de agua, qué tiene de aire, qué de fuego y qué de tierra, que distinga lo que hay de femenino y lo que hay de masculino en su propio ser. Si sigue con respeto los pasos de la creación, entonces encontrará su espíritu y así llegará hasta mí […]”. Y dijo además: -”Cuando toda la humanidad encuentre dentro suyo los cuatro elementos primordiales, todas las personas serán verdaderas guerreras, nobles y puras, debido a que toda la creación estará en armonía y podrán colaborar con la creación en lugar de destruirla […]”.

Por ello es que las y los seres humanos tenemos que encontrar dentro de sí los cuatro elementos con los que fuimos hechos, al igual que toda la creación, y así hallar nuestro espíritu y construir una tierra nueva, más justa, solidaria y en armonía con la creación.

Esta breve leyenda de los cuatro elementos, nos sirve para realizar un asimil sumamente interesante en vista de que al fijar cada uno de los elementos como hombre y mujer, lo que nos está dando a entender, es que la subsistencia dentro de una sociedad es necesaria, incluso como fruto de procreación y expansión.

Denotando una relación de igualdad sin agresión, ni transgresión sino más bien en armonía como fruto de realización y evolución, por lo que dentro de los contextos sociales deberíamos pensar, que al trasgredir, lastimar o maltratar a una mujer es como si nos estaríamos efectuando el daño a nosotros mismos.

De la misma manera, se deduce que en el campo de los conflictos, los problemas de relación, se pueden abordar a través de esta metáfora universal, ya que en lugar de pensar en comportamientos, habilidades, pensamientos, sentimientos, se debe buscar trabajar en conjunto conforme la necesidad de interrelación mostrada en esta leyenda de los cuatro elementos, por lo que de ninguna manera, se puede aceptar que exista relaciones de poder en relación a la mujer ya que en sí hombre y mujer constituyen un balance necesario, que tiene el mismo reconocimiento de derechos y obligaciones, configurando de esta manera la procedencia de los hechos sociales o las constituciones sociales.

3.- El Disciplinamiento y los cuerpos dóciles.- Para Foucault, para entender las formas de encauzamiento y control social, se ubica en un momento histórico en el que las formas de vigilar y castigar cambian, debido a que la vigilancia jerarquizada no es nueva, pero se la realiza con nuevas técnicas de poder, generando de esta manera un sistema que se apoya unos sobre otros, por ejemplo vigilantes, perpetuamente vigilados, a pesar de contar con un jefe, produciéndose el poder y distribuyendo de esa manera a esos individuos en un campo permanente y continuo de carácter disciplinante. Es decir este presupuesto, lo que hace es determinar, como el sujeto está limitado, debido a que ha perdido la libertad por estar vigilado constantemente, en consecuencia a ello su expresión corporal y desarrollo se ha visto coartado, en cierto modo.

Por lo que si manifiesta sus ideales será etiquetado y enajenado de sus derechos, el sujeto será cercado o encerrado simbólicamente, o incluso aislado y censurado por una sociedad que constantemente lo está observando.

Debido a que desde la antigüedad, se han visto estructuras muy cerradas en base a los roles que debían cumplir tantos los hombres como las mujeres, en donde los roles de género son conductas estereotipadas por la cultura, por tanto, pueden modificarse dado que son tareas o actividades que se espera realice una persona por el sexo al que pertenece, por ejemplo, tradicionalmente se ha asignado a los hombres roles de políticos, mecánicos, jefes, y a las mujeres, el rol de amas de casa, maestras, enfermeras, cuando en realidad esto no es así, ya que tanto hombres como mujeres pueden desempeñar las mismas funciones, sin embargo, en la antigüedad, si una mujer quería realizar una actividad que aparentemente solo la realizaba un hombre ya de por si era mal vista en la sociedad a la cual pertenecía.

Siendo necesario aclarar que la sociedad y el poder no se pueden seguir viendo desde afuera, y en tal sentido, ese cuerpo que es censurado sufre una especie de autocensura, porque el cuerpo no es totalmente ajeno a lo censurado por la sociedad disciplinaria, por lo que es interesante que pese a los ideales de igualdad, se sigue manteniendo ciertos sesgos con respecto a los roles de género.

4.- El Sujeto y la Subjetividad.- Foucault preocupado por la libertad y las relaciones de poder que se ejercen entre los sujetos, así como por la constitución o construcción del “yo”, manifestó que la libertad, era una condición indispensable para que exista relación de poder.

Puesto, que la libertad concierne a lo que somos, a lo que hacemos y a cómo nos percibimos, reflejándose de esta manera en nuestro comportamiento y sentimientos.

5.- Relaciones de género.- En este punto se considera que aspectos como la genealogía, la arqueología, son n>ecesarios para efectuar los estudios de género, debido a que la presencia histórica de las mujeres es central, ya que ellas representan como grupo social la mitad o más de la población mundial, en donde la participación femenina desde la teoría marxista, determinaba que la mujer, se insertaba dentro del esquema clasista, ya que su participación difiere de acuerdo a su presencia en las distintas clases sociales.

En donde las mujeres como sujetos de la historia, han ido de la mano con los hombres, ya que forman una unidad, logrando conseguir un sin número de avances y logros.

Sin embargo es necesario hacer alusión, cuando Gloria Tena, citando a Simone de Beauvior, manifiesta que la mujer ha vivido siempre en función del varón, esto respecto al patriarcado, que de alguna manera, consolida la teoría de la pasividad de la mujer, en donde se determinan ciertos aspectos como son:

a. El hombre de acuerdo a su ideología, establece prioridades en la investigación, de lo cual la mujer está excluida.
b. Las mujeres tradicionalmente han estado alejadas de los centros de poder y autoridad.
c. Desde la corriente marxista, se evidencia la opresión de la mujer en base al poder administrado por las clases sociales.

Es decir en síntesis, si nos remontamos a la Revolución Francesa como hito histórico del derecho de igualdad, se podría determinar, que este proceso, no ha logrado un cambio global en los estereotipos y roles ya que como menciona Christine de Pisan, en su obra “La ciudad de las damas”, manifestaba lo injusto que eran las opiniones de los hombres, respecto a las mujeres, ya que incluso planteaban, que la forma de demostrar tal inferioridad era innata o social y eso se visualizaba permitiéndoles que ellas accedan al conocimiento.

Pensamiento, evidentemente machista, egocéntrico, ya que como hemos visto el proceso histórico- legislativo en materia de igualdad entre mujeres y hombres, han ido en constante evolución.

Biografía

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Ana Elena Badilla, «La protección de los derechos de las mujeres en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos», Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos, s. f., http://www.iidh.ed.cr/comunidades/derechosmujer/docs/dm_documentospub/diagnostico%20si-mujeres-final.pdf.

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Ibíd.
Ana Lucía Villareal, «Relaciones de Poder en la Sociedad Patriarcal», Revista Electrónica «Actualidades Investigativas en Educación» 1 (2001), http://www.redalyc.org/pdf/447/44710106.pdf.

ibíd.
Michel Foucault, Microfísica del poder (Madrid: Piqueta, 1979).
Eisenstein, Zillah, Hacia el desarrollo de una teoría del patriarcado capitalista y el feminismo socialista (República Dominicana: Ediciones populares feministas, 1984).
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LA VIOLENCIA DE GENERO CONTRA LAS MUJERES EN EL ECUADOR: Análisis de los resultados de la Encuesta Nacional sobre Relaciones Familiares y Violencia de Género contra las mujeres (Quito, Ecuador: Ministerio del Interior, 2014), http://www.unicef.org/ecuador/Violencia_de_Gnero.pdf.

Mateu, Juana López Medina Trinidad Escoriza, y Ana Navarro Ortega, Mujeres y Arqueología (Junta de Andalucía.), accedido 2 de mayo de 2016, http://www.mav.org.es/documentos/ensayos%20nov/Mujeres%20y%20arqueologia.pdf.

Michel Foucault, Nietszche, la genealogía, la historia”, en Microfísica del poder, (Madrid: La Piqueta., 1978).
María J Binetti, «La maternidad patriarcal: sobre la genealogía de la suprema alienación», La Altaba Segunda época XVII (2013), http://www.biblioteca.unlpam.edu.ar/pubpdf/aljaba/v17a07binetti.pdf.
La palabra androcentrismo hace referencia a la práctica, consciente o no, de otorgar a los varones o al punto de vista masculino una posición central en la propia visión del mundo, de la cultura y de la historia.
Ana de Miguel Álvarez, «El legado de Simone de Beauvoir en la genealogía feminista: la fuerza de los proyectos frente a “La fuerza de las cosas”», Universidad Rey Juan Carlos, 2009, https://www.nodo50.org/filosofem/IMG/pdf/8641-8722-1-pb.pdf. Michel Foucault, Vigilar y castigar, 29° edición. (México: Siglo XXI editores, 1999).
Michael Foucault, Tecnologías del yo (España, 1990).
Verena Radkau, «Hacia una historiografía de la mujer.», 1986,
http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/nuant/cont/30/cnt/cnt6.pdf.
Gloria Tena Tena y María Asín Mendoza, «LA MUJER: los por qués de su discriminación en los estudios historicos y los cambios habidos en su participación en el mundo laboral.», Acciones Investigativas Sociales, s. f.,

Riquer, Florinda y Tepichin Ana María, «Mujeres jóvenes en México. De la casa a la escuela, del trabajo a los quehaceres del hogar.», s. f.

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